
Julio Campos Cárcamo
La educación en un mundo turbulento
Nos acercamos de modo vertiginoso al primer cuarto de este siglo XXI, lleno de avances científicos tecnológicos, de cambios sociales, políticos, económicos y culturales. La historia entiende que estamos en la época contemporánea, aquella que fue inaugurada por la Revolución francesa y que efectivamente alude a cambios acelerados y repentinos. Sin embargo, para muchos otros, este concepto de lo contemporáneo se entiende superado. Uno de ellos es Paul Crutzen, ganador del Premio Nobel de química en 1995, quien estableció el concepto de “antropoceno”, lo que fue popularizado en el año 2000 para designar una nueva época geológica caracterizada por el impacto del hombre sobre la Tierra.
La educación en el marco del antropoceno, debe asumir retos educativos como la de formar ciudadanos activamente comprometidos con los principios y valores de la sostenibilidad; en competencias transformadoras, alcanzar una conciencia crítica de especie para enfrentar la gravedad y urgencia de las actuales problemáticas socioecológicas. Se requiere un sustrato antropológico que proporciona un humanismo biocéntrico, comprometido con la responsabilidad moral que obliga a preservar la dignidad de la vida en su extraordinaria diversidad.
Para que la educación esté al día con los cambios tecnológicos y otros cambios sociales y económicos, debemos reconocer en qué son buenas las computadoras y en qué no, incluida la inteligencia artificial, no son tan buenas como los humanos en tareas abstractas, tareas manuales, tareas que requieren información contextual compleja y tareas que requieren juicios éticos. Sin embargo, son buenas en tareas manuales rutinarias, manuales no rutinarias y cognitivas rutinarias. Debido, en parte, a estos cambios, la naturaleza del trabajo también ha cambiado durante el último medio siglo.
Nuestro proyecto educativo pone en el centro al ser como prioridad y el aprendizaje profundo como medio que promueve la heurística, la investigación, la discusión y la enseñanza participativa con el fin principal de ayudar a los estudiantes a aprender a aprender todo esto con el compromiso de promover la Educación Laica, sobre el sustento de los valores universales del Humanismo, el Librepensamiento y la Libertad de Conciencia. La Educación Laica se construye sobre la base de la igualdad, la tolerancia y la diversidad de origen (sexual, étnica, religiosa, económica, social, cultural, etc.), que permite fortalecer las relaciones humanas, indispensables para lograr ambientes de convivencia armónica para educar y crecer con compromiso en torno a la justicia y la responsabilidad social. Este es nuestro deseo y promesa.