
Mario Sanzana Leiva
Nuestro colegio, como toda institución educacional, tiene una misión declarada en su PEI, principal instrumento de gestión que orienta nuestro quehacer educativo. Es un documento en donde se definen los componentes de la cultura escolar que el establecimiento quiere promover y alcanzar, guía la reflexión y decisiones que toma la comunidad educativa.
En nuestro caso es la priorización de la formación de la persona inspirada en los principios y valores de humanismo laico. Ese es el sello que nos identifica y hacia el cual se encamina nuestra gestión educativa y, por lo tanto, toda la comunidad etchegoyana debe adherirse a este propósito. Especialmente las familias que acompañan a nuestros estudiantes, quienes desarrollan una labor fundamental en la formación de sus hijas e hijos.
En este mundo convulsionado donde prima el individualismo, la adquisición de bienes materiales por sobre el desarrollo del ser, donde nuestra sociedad pareciera que fuera hacia un camino de autodestrucción; adquiere relevancia, con mayor fuerza, el rol de madres o padres como primeros educadores. Éstos desempeñan una función crucial en la formación de valores que orientan las actitudes y conductas e influyen en el bienestar emocional de las niñas y niños, por lo que es primordial la participación de familias activas y comprometidas con la educación de sus hijas e hijos.
Como colegio estamos preocupados de formar integralmente a nuestros estudiantes, sin hacer distinciones de ningún tipo, dando a todos y todas las mismas oportunidades de aprendizaje. En esta tarea trabajamos coordinadamente profesores, asistentes de la educación, administrativos y directivos.
Es en ese sentido que no solo debemos preocuparnos de que aprendan los contenidos establecidos en el currículum nacional, sino que también aprendan la importancia del desarrollo de valores positivos como el respeto, la tolerancia, la no discriminación, la fraternidad, la exaltación del trabajo, el respeto al medio ambiente, la sostenibilidad ambiental y tantos otros que potencian nuestro crecimiento como individuos plenos de humanidad.
Gabriela Mistral nos decía “Enseñar siempre: en el patio y en la calle como en la sala de clase. Enseñar con la actitud, el gesto y la palabra”. No es necesario ser profesor para enseñar cómo comportarse, cómo comer, hábitos de aseo, saludar o dar las gracias; conductas básicas para una convivencia interpersonal e intrapersonal.
Necesitamos continuar trabajando en conjunto para lograr personas íntegras, con valores claros, bien configurados y con una congruencia que les dé credibilidad.
Finalmente quiero aprovechar esta oportunidad para agradecer a todos y todas quienes forman parte de esta Comunidad Educativa, especialmente, quiero reconocer a los profesores y asistentes de la educación. Agradezco su compromiso con este proyecto educativo y por, sobre todo, las muestras de afecto, amor y cariño que en forma diaria entregan a nuestros niños, niñas y jóvenes.

